
En España, la popularidad del Turf, las vistosas carreras de caballos, está a años luz de la que tienen en algunos países anglosajones. No hay aquí un Rafa Nadal ni un Pau Gasol de las carreras de caballos, ni un carismático 'Grand National', aunque pueden resultar un espectáculo bellísimo... y a veces único, como el que se vivió ayer en Wellington, Nueva Zelanda. No por la plasticidad de esta modalidad, ni por la elegancia de los animales y sus jinetes. El meeting de Canterbury, con más de cien años de historia, fue una carrera atípica, extravagante y a la vez cómica. Digna de una película de los hermanos Marx.
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